En nuestro artículo de hoy, vamos a volver a poner nuestros ojos en uno de los mitos clásicos, que recoge Ovidio en sus Metamorfosis, sobre la creación o nacimiento, de uno de los animales que podemos encontrar con facilidad, en cualquier rincón del mundo: las arañas.
¿Cuáles son sus orígenes?
La bella y virtuosa Aracne, era la única hija de Idmón de Colofón, un artesano, dedicado a la industria del teñido de la lana, con uno de los colores, cuyo uso era exclusivo de los grandes dirigentes, la púrpura de Tiro.
Creciendo en este entorno, lo más natural es que la pequeña Aracne, encaminara sus pasos hacia algún oficio, que estuviera relacionado con el del su padre. Fue así como, se estableció en Hipepa, una ciudad del interior de Lidia (territorio que se encontraba en lo que es actualmente Turquía), donde ejercía sus labores como tejedora y bordadora.
Sus manos privilegiadas, creaban unos trabajos tan fascinantes, que pronto, se convirtió en una cotizada artesana, para la que todo el mundo tenía buenas palabras y alabanzas. Como suele pasar en muchos casos, demasiadas alabanzas, hacen que perdamos un poco el norte y hagamos cosas de las que, nos acabaremos arrepintiendo.
Justamente es lo que le pasó a Aracne, a la que su orgullo, la llevo a cometer uno error fatal que pagaría, de la manera que os vamos a contar al final del artículo.
Su soberbia, la llevó a poner en duda la superioridad de la diosa Atenea, en las labores que ella realizaba, algo que enfureció de tal manera a la deidad, que desafió a esta insolente mortal a un concurso de tejido.
Ambas debían tejer un tapiz, con el tema que desearan y poder dirimir, cual era la mejor en este campo. Para su tapiz, Atenea, eligió su gran victoria sobre Poseidón en Atenas (lo que le valió para ser la diosa tutelar de la ciudad), sin embargo Aracne, eligió representar los infieles amoríos de los dioses, algo que enfureció a la diosa de tal manera, que no dudó en destrozar el tapiz y el telar de la orgullosa Aracne.
Asustada por la furia de la más sabia de los dioses, Aracne, huyó despavorida hasta su casa, lugar en el que comprendió la mala acción que había cometido, intentando darse muerte con una soga. Apiadada de ella, Atenea, llegó justo a tiempo para convertirla en una araña.