La domesticación de las primeras especies vegetales, permitió al hombre del Neolítico, no tener que pedir a sus dioses que les ayudaran a que las plantas salvajes tuvieran frutos en abundancia o que los animales regresaran a su territorio en cantidad suficiente para poder alimentarse sin problemas. Gracias a la obtención de unos recursos y una producción alimenticia suficiente, el hombre pudo comenzar a pensar en crear un nuevo tipo de hábitat permanente.
Un nuevo hábitat, que a diferencia de los de sus ancestros, es posible conocer casi a la perfección con las técnicas arqueológicas actuales.
¿Dónde vivía el hombre del Neolítico?
Nos gustaría decirte que existe una vivienda prototípica del hombre del Neolítico, pero faltaríamos a la verdad, ya que la tipología de este tipo de nuevas estructuras habitacionales cambia en función del lugar al que acudamos. Por ejemplo, en el Próximo Oriente Antiguo las viviendas tenían forma rectangular y sus suelos se encontraban pavimentados para intentar aislarse de la humedad. ¿Y en Europa? Se prefería construir las viviendas muy alargadas con forma rectangular.
A pesar de estas diferencias espaciales, en ambos lugares se utilizaban los mismos materiales constructivos: el barro, la piedra y la madera, los cuales podían encontrar fácilmente cerca de los lugares que han elegido para establecerse de forma permanente.
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