Ya que muchos de nuestros seguidores están de vacaciones navideñas o apunto de poder disfrutarlas, hemos decidido dedicar estas últimas semanas del 2015 y las primeras del 2016 a contaros algunas de las curiosidades más interesantes de la Historia de la Humanidad.
Comenzamos nuestro repaso, hablando del que pudo convertirse en uno de los edificios más desmesurados de la gran capital de la extinta URSS, el Palacio de los Soviets.
El Palacio de los Sóviets, la megaconstrucción que nunca se terminó
Tras conseguir que sus proyectos comenzaran a dar los frutos deseados, Stalin se lanzó a crear toda una serie de edificaciones que demostraran al resto del mundo la magnificencia de la URSS. Unas edificaciones entre las que destacaba poderosamente el Palacio de los Sóviets, un descomunal edificio de más de cuatrocientos metros de altura proyectado por Boris Iofán, al que Stalin deseaba agregar en su parte superior una estatua gigantesca de Lenin de 100 metros de altura.
Una mole, para cuya realización se dinamitó la antigua Catedral del Cristo Salvador, de la cual no sabemos exactamente cuánto llegó a construirse, ya que como era de esperar de un edificio de estas medidas, comenzaron a aparecer problemas en los cimientos. Pero no es lo único que hizo que las obras fueran más lento de lo esperado, ya que al poco tiempo la Segunda Guerra Mundial, hizo que los recursos empleados en la obra, se derivaran a la construcción de maquinaria bélica.
Terminada la contienda, se intentó seguir levantándolo, pero tras varias décadas, se decidió abandonar por completo su realización, aprovechándose sus cimientos para construir una piscina y posteriormente para devolver a la Catedral del Cristo Salvador el sitio que nunca hubieran debido robarle.