La caída de Faetón. Ludovico Carraci

Faetón el caprichoso hijo del Sol

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Dejarse llevar por los impulsos que otros nos han provocado, suele siempre llevarnos a cometer estupideces de pequeño o gran calibre. Un buen ejemplo de lo que pueden provocar este tipo de pasiones, es el mito del que os vamos a hablar hoy tomando como guía a Ovidio: Faetón y su desdichado viaje.

Los orígenes de Faetón

Faetón o Faetonte era el joven y orgulloso hijo de la oceánide Clímene y el titán Helios (al que Ovidio llama en varias ocasiones Febo en su relato). Una paternidad, la del dios del Sol, que el muchacho conocía desde siempre y cuya puesta en duda le llevo a comer el peor error de su vida

Estando un día presumiendo ante Épafo, el retoño de Zeus e Ío, de sus orígenes también divinos, este le dijo que todo lo que le había contado su madre Clímene eran mentiras. Enfurecido ante tal ultraje, Faetón se marchó en busca de su madre para que le diera pruebas de su filiación.

El mito de Faetón

Conmovida por los ruegos de su hijo y tras jurar que si mentía el Sol la privara de la vista, le muestra el camino que debe recorrer para preguntarle a Helios si es verdaderamente su padre.

“Y no requiere mucho esfuerzo que tú conozcas los penates paternos; la casa de donde nace linda con nuestra tierra. Si tu ánimo te impulsa a ello, ponte en camino y pregúntale a él”

Ovidio. Metamorfosis.Final del Capítulo 1

Tras atravesar los territorios habitados por los etíopes y los indos, el joven se encuentra con el fabuloso palacio de su padre; en el que penetra para encontrarse con su presunto padre.

Allí encuentra al Sol resplandeciente, rodeado de las estaciones, las horas, el día, el mes…etc. El astro rey mira a su vacilante hijo y le pregunta que es lo que desea; este le contesta que quiere una prueba que le demuestre que es su hijo.

Un requerimiento al que Febo le responde con un abrazo y la promesa de concederle cualquier tipo de deseo que tenga. Craso error, ya que, el orgulloso joven le pide que le deje manejar su carro y los caballos que tiran de el durante todo un día.

Helios. Templo de Atenea de Ilion
Helios. Metopa del templo de Atenea de Ilion.primer cuarto del siglo III a.C. y el 390 a.C

Sorprendido por las palabras de su hijo, el Sol intenta por todos los medios hacer ver lo temeraria que es su petición y lo arriesgado que le resulta incluso a él de hacer que los impetuosos caballos no se salgan de la ruta fijada. Pero su hijo no cede lo más mínimo y se ve obligado a cumplir su promesa

“A los caballos, espoleados por el fuego que tienen en su pecho y que dejan escapar por la boca y los ollares, no es fácil gobernarlos; cuando se calientan sus ánimos ardorosos apenas me soportan a mí, y su cerviz rechaza las riendas. Así que tú, hijo mío, ten cuidado, no sea que te ofrezca un regalo funesto, y rectifica tu petición mientras las circunstancias lo permitan”

Ovidio. Metamorfosis. Capítulo 2

Faetón sella su destino

Resignado a cumplir su promesa, el Sol le muestra el magnífico carro creado por Hefesto y tras untarle un ungüento para evitar ser abrasado por el calor, le hace a Faetón las siguientes advertencias:

“Maneja con moderación, hijo, el aguijón, y utiliza con mucha firmeza las riendas; los caballos corren por impulso propio; lo que cuesta es contener sus deseos. Y no se te ocurra conducirlos en línea recta a través de los cinco arcos; hay un sendero que traza oblicuamente una curva amplia, que se mantiene dentro de los límites de tres zonas, huyendo del polo austral y de la Osa unida a los aquilones; por ahí debe ir tu recorrido, verás claramente las huellas de las ruedas. Y para que la tierra y el cielo soporten el mismo calor, no dirijas tu curso hacia abajo, ni lo hagas ascender a lo más alto del éter. Si te desvías hacia arriba, quemarás la morada de los dioses, si hacia abajo, la tierra; por el centro irás completamente seguro.”

Con gran decisión ocupa su puesto Faetón en el carro, agarrando las riendas con firmeza y agradeciendo a su padre que finalmente haya accedido a sus deseos. Preparados los cuatro caballos (Pírois, Eoo, Etón y Flegonte), las barreras que los contienen se bajan y estos comienzan a recorrer su camino.

Quiso el destino que estos se dieran cuenta de que el carro no pesaba como siempre e iniciaran una frenética carrera que les hace salirse del recorrido fijado. Al ver que no puede controlarlos, el auriga se asusta y los caballos suben a lo más alto del cielo.

Con los monstruos esparcidos por el cielo, el pánico hace mella en Faetón y ante la visión de la temible figura de Escorpio, deja caer las riendas. Es justo en este preciso instante en el que el caos se desata, ya que al verse libres de las riendas, los cuatro caballos corren desbocados sembrando el pánico y la destrucción allá por donde pasan. Queman bosques, hacen que los arroyos y los ríos se retraigan, secan la Tierra, abrasan ciudades, se abren enormes grietas que asustan al mismo dios infernal y el mar llega incluso a encogerse.

Faetón
La caída de Faetón. Rubens. National Gallery of Art

El final de Faetón

Protesta la Tierra por verse sometida a tal tortura, pide clemencia para que los mares no desaparezcan y el pobre Atlas no se vea forzado a soltar la pesada carga que lleva sobre sus hombros por culpa del calor.

Zeus forzado por las circunstancias se ve obligado a lanzar uno de sus rayos contra Faetón, el cual cae de cabeza envuelto en llamas y dejando una estela similar a las de las estrellas. Recogido su cadáver por las náyades de Hesperia, este es enterrado bajo un túmulo en el que graban:

Aquí está enterrado Faetón, auriga del carro de su padre; si no pudo dominarlo, al menos pereció por su audacia excepcional

Bibliografía: Ovidio Nasón, P., Fernández Corte, J. and Cantó Llorca, J., n.d. Metamorfosis.