Nació en Madrid en 1462, fruto del matrimonio entre el rey Enrique IV de Trastámara y la reina doña Juana de Portugal. Aunque fuera una niña la recién nacida, grande fue la alegría de que al fin la corona de Castilla tuviese heredera. Así la reconoció todo el mundo, incluso Alfonso e Isabel, los hermanastros del rey.
Sin embargo, bien pronto empezaron las tribulaciones de la pequeña Juana. Su padre es débil de carácter y se deja guiar por su favorito, Juan de Pacheco, marqués de Villena. Y cuando Enrique nombra al amigo de la reina, Beltrán de la Cueva, maestre de la Orden de Santiago, los celos le corroen. Beltrán de la Cueva era un recién llegado y la nobleza empieza a hacer correr el rumor de que Juana es en realidad su hija. De nada sirve que la reina Juana jure y perjure que no es cierto, a la niña se la conoce ya con el nombre de “La Beltraneja”. De hecho al rey se le llama Enrique IV el Impotente y su primer matrimonio con Blanca de Navarra se anuló por no consumado. En 1946 Marañón consiguió permiso para exhumar el cuerpo del monarca y llegó a la conclusión de que probablemente había sufrido en algún momento de su vida una impotencia temporal de origen esquizoide.