Uno de los conflictos a los que tuvo que hacer frente a lo largo de su prolongado reinado Felipe II, fue la Rebelión de los moriscos de Granada. Un levantamiento en el que obtuvo una de sus primeras victorias militares Juan de Austria, del que os vamos a hablar en profundidad.
La Rebelión de las Alpujarras (1568-1570)
Para entender las razones que llevaron a los moriscos de Granada a levantarse contra Felipe II, es necesario primero conocer cuál era su situación dentro de la monarquía filipina y por supuesto qué papel ejercían.
¿Quiénes eran los moriscos?
Los moriscos son todos aquellos musulmanes que se quedaron en la Península Ibérica tras la caída del reino de Granada en 1492 y que fueron obligados a convertirse al catolicismo en 1502. Una obligación, que provocó que muchas de aquellas conversiones no fueran sinceras y convirtió a los moriscos en foco de las envidias y recelos de sus vecinos castellanos.
¿Solo suscitaban recelos por temas religiosos? No, también levantaban suspicacias por su gran riqueza, obtenida a través del comercio de la seda con Italia y porque se pensaba que podían ser utilizados por los turcos para invadir y conquistar las ricas tierras del sur peninsular.
Causas de la Rebelión de las Alpujarras
Como hemos dicho anteriormente, a pesar de que los moriscos se convirtieron a la fe católica, continuaron viviendo según sus propios usos y costumbres. Este hecho provocó que Diego de Espinosa, junto a Felipe II, crearan un edicto para terminar con esta terrible situación y que los moriscos fueran al fin buenos cristianos.
El 1 de enero de 1567, el presidente de la Audiencia de Granada, Pedro de Deza, se encargó de promulgar dicho edicto en el que se disponía lo siguiente:
- Los moriscos de Granada estaban obligados a aprender castellano en un plazo máximo de tres años. Quien pasado ese tiempo leyera o escribiera árabe en público o privado, estaría cometiendo un delito.
- Debían abandonar sus vestidos, costumbres, apellidos y ceremonias; también se prohibía terminantemente la práctica del baño (ya que les daba la oportunidad de realizar las abluciones dispuestas en el Corán)
En resumidas cuentas, se buscaba eliminar la identidad cultural de los moriscos para convertirlos por la fuerza en cristianos temerosos de Dios.
Una aniquilación de sus usos y costumbres, que los moriscos intentaron evitar negociando con la corona, tal y como ya habían hecho anteriormente (poderoso caballero es Don Dinero). Pero esta vez el dinero no fue suficiente y ante la inutilidad de sus gestiones, los moriscos decidieron levantarse contra Felipe II el 24 de diciembre de 1568.
La Rebelión de las Alpujarras explota
Ante el fracaso de su intento de conseguir el apoyo del Albaicín, los rebeldes moriscos decidieron expandir su levantamiento hacia las montañas de las Alpujarras (situadas entre Sierra Nevada y la costa)
¿Qué tipo de movimiento fue la Rebelión de las Alpujarras? La Rebelión de los moriscos fue un movimiento eminentemente rural, a cuya cabeza se puso en un primer momento Fernando de Valor, más conocido por su nombre árabe Aben Humeya, al que su carácter despótico le llevó a ser asesinado por sus propios seguidores en 1569. Este fue sucedido por su primo Abén Aboo.
Tal y como temían en Castilla, los moriscos de Granada buscaron apoyos para sostener su rebelión en Argel, Tetuán e incluso a Contantinopla. ¿Recibieron ayuda? Si, de Constantinopla, pero sobre todo de Argel que les envió hombres, comida y municiones, aunque no fue una ayuda desinteresada, ya que aprovecharon la coyuntura del momento para conquistar Túnez en 1570.
La Rebelión de los moriscos estalló en un momento en el que los recursos militares en el interior de la Península eran muy precarios. El grueso de las tropas se encontraba repartida entre Flandes e Italia y hubo que echar mano en un primer momento de las tropas que la nobleza y las poblaciones fieles a la corona pudieron reunir.
Con un número limitado de tropas, el marqués de Los Vélez intentó sin demasiado éxito poner fin a esta sublevación. Era un terreno complicado dominado por los rebeldes, con fuertes apoyos y la gestión de los recursos que tenía el marqués, tampoco era la más adecuada. Cansado de no ver resultados, Felipe II decidió llamar a las tropas situadas en Italia y poner al frente de la contienda a Juan de Austria.
Juan de Austria sofoca la revuelta
A principios de enero de 1570 arropado por algunos de los más experimentados militares de Felipe II como el duque de Sessa, don Luis de Requesens, Diego de Deza o don Luis de Quijada , llega desde Italia Juan de Austria.
Nombrado por su hermano como lugarteniente de las tropas castellanas, el joven inicia una gran ofensiva en la que los éxitos se fueron sucediendo. Expulsados los moriscos hacia las montañas, perdidos los apoyos de sus aliados y sin hombres con los que poder remplazar sus bajas, los rebeldes se vieron obligados a capitular.
Se cerraba así un conflicto que había durado dos años, en los que los recursos del país habían quedado exhaustos y que tuvo como consecuencia que todos los moriscos, hubieran tenido que ver o no en la rebelión, fueron dispersados por toda España.