Nació en Viena en 1797, archiduquesa de Austria, hija del emperador Francisco II y de su segunda esposa, María Teresa de las Dos Sicilias. Por motivos políticos y dinásticas se casa por poderes el 13 de mayo de 1817 con Pedro de Bragança, el heredero del trono de Portugal y Brasil. Su esposo era hijo de Juan VI, que acogió muy bien a su nuera en la familia, y de Joaquina Carlota, hermana del rey Fernando VII de España, y que se comportó con su nuera como la típica suegra criticona y metomentodo. La reina no tenía empacho en propinar bofetadas a su hijo mayor aún cuando ya éste estaba casado.
Aunque corren rumores de que Pedro es epiléptico y mujeriego, Leopoldina está enamorada del amor, y decide seguir adelante con el matrimonio que para ella han concertado. Se embarca a Brasil y cuando llega al país tropical intenta con todas sus fuerzas adaptarse al clima, a su nueva familia y a su esposo. No entiende la esclavitud ni el trato injusto a los negros, pero bien poco puede hacer ella. Aunque pone todo de su parte y le da ocho hijos a su esposo; la mayor María da Gloria, que había de ser reina de Portugal, su matrimonio no es feliz. Pedro no abandona su afición a las faldas ajenas y siembra Río de Janeiro de hijos bastardos.
Cuando la amenaza napoléonica ya no es tal y dado que Portugal entero está revuelto, se hace necesario el regreso de Juan VI a su país, y así lo hace en 1821. En Brasil se quedará Pedro como prìncipe regente, y en una ocasión en que él se tiene que ausentar es Leopoldina quien asume la regencia. Se dice que es ella quien incita a su esposo a escuchar las propuestas de los que desean la independencia para la colonia, y al final Pedro claudica y se proclama emperador con el célebre grito de YPIRANGA. Leopoldina es la primera emperatriz de Brasil, aunque poco disfutaría de su nueva situación, pues muere en 1826, después de haber sufrido un aborto. Fue muy querida por sus súbitos brasileños, que lloraron mucho su muerte.
La bandera del Brasil imperial fue diseño suyo: un diamante amarillo, el color de los Habsburgo, dentro de un rectángulo verde, color de la Casa de Bragança.
Mabel, adoro a esta mujer desde que la descubrí gracias al libro «El imperio eres tú» por cierto, estupendo libro.
Si, efectivamente, un gran libro. Y la pobrecilla, bastante que tuvo que soportar con ese cafre que le eligieron de marido