Cuando se habla de magnicidios todo el mundo piensa en Kennedy, pero nadie se acuerda que en España murieron asesinados cinco presidentes del Gobierno en algo más de 100 años, todos ellos en circunstancias muy extrañas.
El General Prim
El general Prim fue el que inauguró la estadística en 1870, asesinado por unos desconocidos que lo tirotearon mientras iba en su carruaje.
Nunca se ha sabido quién o quienes fueron los autores de este asesinato, e investigaciones posteriores han demostrado que fue rematado mientras estaba en su casa, lo que añade más misterio a la muerte de Prim.
Cánovas del Castillo
En 1897 moría Cánovas del Castillo. Él fue uno de los responsables máximos de la vuelta de la monarquía en la persona de Alfonso XII, en lo que se conoce en los libros de historia como La Restauración.
A Cánovas lo mataron mientras pasaba unos días en un balneario. Estaba sentado leyendo el periódico y un periodista italiano de ideología anarquista le pegó dos tiros.
El periodista fue detenido, juzgado y ejecutado apenas unas semanas después.
José Canalejas
Ya en pleno siglo XX, en 1912, nuestro país asiste a su tercer magnicidio. En esta ocasión el muerto fue Canalejas, el cual se había hecho muchos enemigos debido a que era un tanto anticlerical.
El presidente promulgó una ley que prohibía las nuevas órdenes religiosas, razón por la cual pudo morir mientras estaba mirando el escaparate de una librería en la Puerta del Sol.
A pesar de los guardaespaldas que lo acompañaban, un anarquista consiguió acercarse a él y dispararle, para suicidarse justo después, cuando estaba a punto de ser capturado.
Eduardo Dato
Eduardo Dato moría en 1921, en la misma Puerta del Sol en donde murió Canalejas. Como aquel, Dato también murió tiroteado, pero en esta ocasión no era un asesino, sino un comando de anarquistas de la CNT, que desde una moto ametrallaron el coche del presidente.
Los anarquistas fueron condenados a muerte, pero Alfonso XIII les conmutó la pena y cuando llegó la II República fueron indultados.
Uno de los asesinos vivió hasta los años 80, en Francia, mientras que los otros dos murieron la poco tiempo de ser indultados, uno en un accidente de tráfico y otro en la Guerra Civil.
Carrero Blanco
Carrero Blanco fue el último presidente en morir en España. Designado por Franco como su sucesor, murió en 1973 debido a una explosión.
Al parecer, la banda terrorista ETA excavó un túnel en el que puso más de cien kilos de explosivo, haciendo volar (literalmente) el coche del presidente del Gobierno.
Aquí ha habido mucha polémica, pues parece que la banda terrorista tuvo ayuda, pues en ese momento no tenía posibilidades de hacer un túnel, menos teniendo en cuenta que lo hicieron muy próximo a la embajada de los Estados Unidos.