Dentro de la historia de las falsificaciones de cuadros hay algunas muy curiosas, pero creo que una de las más extrañas es la de Mark Landis al que he denominado el falsificador filántropo, al no percibir beneficio económico por sus cuadros.
Quién es Mark Landis y cómo llega al mundo del arte
Mark Landis es un estadounidense nacido en 1955 e hijo de un militar, por lo que viaja por buena parte del mundo siguiendo los destinos de su padre.
Siendo muy joven se le diagnostica una posible esquizofrenia y es ahí cuando entra en contacto con el arte, puesto que los profesionales creen que la “arteterapia” puede ser un buen tratamiento.

No sabemos si fue el mejor tratamiento, pero lo que sí sabemos es que a Mark le encantó, tanto que siguió profundizando en este mundo y abriendo una galería de arte.
Se da cuenta de que es un buen falsificador
Mark podría haber empleado su talento para a ver retratos por encargo al óleo o para hacer reproducciones de cuadros al óleo, algo que le habría sido lucrativo, pero al darse cuenta de que es un buen falsificador decide honrar a sus padres de una forma muy peculiar que ahora veremos.
Comienza a donar cuadros a los museos
Quizá porque su padre muere muy joven y más probablemente debido a sus trastornos mentales, Mark decide que va a honrar la memoria de su padre donando falsificaciones a los museos.
Para ello comienza a falsificar a pintores famosos de la esfera anglosajona, pero no a pintores de primera línea de esos que todo el mundo conoce, sino pintores que pese a su importancia son poco conocidos por el gran público y a veces incluso por los empleados de los museos.
De esta manera, su carrera como “falsificador” comienza en 1988 cuando dona el primer cuadro a un museo en nombre de su padre, carrera que va a continuar hasta hace más o menos una década engañando a 40 museos de los Estados Unidos.
¿Cómo engañaba a los museos?
Para engañar a los museos lo primero era presentarse como una persona respetable. Para ello escogía el rol de filántropo o cura llevando la obra consigo. En cuanto a la pintura, la envejecía con posos del café o del té.

De esta manera tan sencilla engañaba a los museos, los cuales aceptaban las obras de buen grado lo que dice muy poco de sus controles a la hora de incorporar pinturas a su fondo.
De hecho, Joyce Penn que es la conservadora del Hilliard University Art Museum de Lafayette no tarda más de una hora en darse cuenta de que el cuadro que le había llevado Mark era una falsificación.
¿Es Mark un estafador?
Los museos no están nada contentos con esta extraña “afición” de Mark, puesto que los ha dejado en evidencia.

Parece increíble que una persona llegue con un cuadro bajo el brazo, un cuadro falsificado de una manera un tanto burda, y que un museo lo admita sin más pruebas.
Es por eso que los museos dicen que es un estafador, pero lo cierto es que para las autoridades no lo es. Ni siquiera lo han detenido puesto que al no cobran ni un centavo por sus “donaciones” no hay estafa alguna.
¿Qué opinas? ¿Es Mark un delincuente o un simple gamberro?