Nacido en la ciudad alemana de Brühl en 1891, Max Ernst destacó durante toda su vida por su afán experimentador, gracias al cual consiguió convertirse en una de las piezas fundamentales de dos de los más importantes movimientos o corrientes artísticas del siglo XX, el Dadaísmo y el Surrealismo.
Su obra, marcada durante una gran parte de su vida por estos dos momentos artísticos contemporáneos, se inicia durante su estancia en la Universidad de Bonn, en donde toma influencias del grupo expresionista alemán “El Jinete azul” creado por Kandinsky, caracterizado por el gran colorido de su paleta.
Tras su paso por ejército, durante la primera de las grandes guerras, su visión del mundo cambiará por completo. Este cambio, provocado por las barbaries que ha tenido que presenciar durante la contienda, hacen que Ernst comience a interesarse vivamente por la corriente artística nacida en Suiza, conocida como Dadaísmo. Un movimiento al que se unirá y al que pertenecerán algunos de sus más reconocidos collages.
Desde Colonia, dirigirá sus pasos hasta la populosa París, cuna de algunas de las más conocidas vanguardias de la época y en donde Max Ernst comenzará a experimentar con elementos del Surrealismo, como los monstruos medievales o los ambientes renacentistas. Es también este período el que vio nacer dos de las grandes aportaciones técnicas del artista, a la Historia del Arte: el Frottage, (consistente en transferir cualquier tipo de textura a una hoja de papel mediante el frotamiento con un lápiz) y el Grattage (en el que se utilizan raspaduras o marcan los pigmentos en seco, sobre un lienzo o pedazo de madera)
Un período que finalizará con la ruptura total de Ernst con el Surrealismo en 1938, cansado de la inmovilidad del movimiento y la publicación junto a otros artistas de una crítica feroz contra el alma mater del Surrealismo, el francés André Bretón. Rotas todas las relaciones con su antiguo grupo y con los nazis en las puertas de Francia, se ve obligado a marcharse a los Estados Unidos.
Allí su obra, tal y como paso después de la Primera Guerra Mundial, volverá a dejar atrás todo lo que venía haciendo hasta ahora, llevando a su obra hacia formas más simples y menos coloristas, de la Abstracción Geométrica (una de las ramas del arte abstracto, en el que a través de figuras geométricas simples, se intenta alejar a la pintura de los grandes excesos de épocas anteriores)