Orfeo, el mortal que bajo al inframundo por amor

Ahora que los exámenes son agua pasada para la gran mayoría de los que dedican su tiempo a estudiar, continuamos nuestra sección de Mitos y Leyendas con la desdichada historia del que probablemente, sea uno (por no decir el único) interprete de lira más conocidos de la Antigua Grecia: Orfeo

¿Cuál es el origen de Orfeo?

Si ponemos nuestros ojos en las fuentes antiguas (el lugar al que siempre hay que acudir para encontrar el origen de todos nuestros conocimientos), podemos ver, que existe una pequeña duda sobre quien es el padre de Orfeo, ya que algunos dan por segura la paternidad de Eagro, el rey de Tracia. Otros sin embargo, aseguran que el verdadero padre de Orfeo, es el dios Apolo (algo que explicaría su buena mano con la música)

Lo que si es seguro, es que este mismo dios, fue  su profesor de música e incluso su amante, el cual, agradecido por el amor recibido, le regalo su propia lira, con la que encantaba a todo aquel que la escuchara.

¿Por qué conocemos a Orfeo?

Además de por su encantadora y maravillosa voz, que causaba un efecto relajante en hombres y animales, a Orfeo lo conocemos, por su trágica historia de amor con la ninfa Eurídice.

Todo transcurría en paz y armonía, hasta un mal día, en el que mientras iban paseando felizmente, una terrible serpiente, inyecto un veneno mortal a la pobre Eurídice, que falleció sin que se pudiera hacer nada por salvarla.

Desde ese día, se podía ver a Orfeo, como un alma errante, entonando canciones con una voz tan lastimera, que todos se conmovían al escucharlo. Recompuestas las ninfas de tanta tristeza, le aconsejaron que bajara al inframundo, para intentar convencer a Hades, de lo injusta que era su pérdida.

Armado de su lira, penetró en el infierno, enfrentándose a los mil y un peligros que le impedían llegar hasta Hades. Entre ellos, se cuenta, que fue capaz de aplacar al terrible  Cancerbero, adormeciéndolo con sus canciones.

Cuando llegó al fin ante los dioses, consiguió que le devolvieran a su amada, con la condición de que no volviera su cabeza para verla, hasta que la calentaran los rayos del sol por completo. Con mucho esfuerzo, consiguió mantener su promesa durante casi todo el trayecto, ¿por qué decimos casi? Porque, casi en la misma salida del infierno, tuvo la mala idea de volver la vista atrás, descubriendo la sombra de su amada esposa, que por su curiosidad, se desvaneció para siempre.

Desde este momento, Orfeo, se prometió no unirse con ninguna mujer, por muy bella que fuera. Esta promesa, hizo que las ninfas, al verse rechazadas una y otra vez, le dieran muerte y despedazaran su cuerpo.