Osiris, el rey inmortal

La historia que vamos a relataros, trata sobre uno de los dioses principales del panteón egipcio, cuya muerte fue producida por su propio hermano y en cuya resurrección, se basaba la antigua creencia de la inmortalidad egipcia. Hoy hablaremos sobre, el dios al que los antiguos egipcios tenían que rendir cuentas al llegar al más allá: Osiris.

¿Cuáles son los orígenes de Osiris?

Osiris es fruto de infidelidad de Nut, la diosa del cielo y esposa de Ra, con Geb, el dios de la tierra. Enterado Ra de este terrible suceso y para librarse de tan molesta presencia, decreta que el niño que su mujer lleva en su vientre no pueda nacer en ningún mes del año. Por suerte para Nut,  Thot (el dios de la sabiduría), consiguió burlar el mandato de Ra agregando algunos nuevos días en el año, para que la diosa pudiera tener a su retoño.

Cuando Osiris creció, se convirtió en el máximo dirigente de la nueva generación de dioses que regirían los destinos de los egipcios. Casado con su propia hermana, Isis, la gran madre para los antiguos, gobernaron felizmente durante largo tiempo a los hombres. Todo era maravilloso hasta que la envidia y los celos se interponen en su camino.

El hermano de ambos, Seth, celoso de la posición preminente de Osiris, lo asesina brutalmente y no contento con eso despedaza su cuerpo en 14 trozos que esparce por todos los rincones de Egipto.

Enterada Isis del terrible suceso y llorando amargamente la pérdida de su amor, comienza  a buscar todas y cada una de las partes de Osiris, para intentar devolverle a la vida. Tras una dura y concienzuda búsqueda, pudo conseguir recuperar 13 de los 14 pedazos, faltando únicamente sus órganos reproductores, que un pez se había tragado para alimentarse.

Embalsamando su cuerpo, tal y como se hará posteriormente con las momias, y gracias a la ayuda de Anubis, consiguen devolverle a la vida y concebir al que será su sucesor, Horus, al que los faraones, consideran su antecesor.

Desde entonces, Osiris, se convierte en el dios del inframundo, donde presidirá el tribunal, en el que las almas de los hombres tendrán que pasar por su implacable tribunal.