Continuamos una semana más descubriendo a todos y cada uno de los personajes que forman parte de la mitología universal. Este jueves, vamos a continuar en la Grecia clásica, para conocer a otra de las integrantes de la familia de los Dioses Olímpicos, Perséfone, la involuntaria reina del inframundo.
¿Cuáles son sus orígenes?
Según nos cuentan las fuentes antiguas, Perséfone, era hija del líder indiscutible del Olimpo, Zeus y de una de sus hermanas Deméter, diosa de la agricultura.
A pesar de ser una diosa, Perséfone, prefería vivir en la tierra, lugar en el que podía tener un contacto más directo con la naturaleza y desarrollar mejor su cometido como divinidad de la misma.
¿Por qué la llamamos reina del inframundo?
Perséfone, era una joven de gran belleza a la que todos los hombres querían conquistar y convertirla en su esposa. Era tal su belleza, que los grandes dioses, como: Hermes (mensajero de los dioses), Ares (dios de la guerra), Apolo (dios de las artes) e incluso el poco agraciado Hefesto, intentaron sin éxito, convencerla para que se casase con ellos. Pero Perséfone, prefería seguir viviendo libre y sin ataduras de ningún tipo, junto a las criaturas de la naturaleza.
Un día cualquiera, en el que Perséfone, se encontraba divirtiéndose con sus amigas las ninfas, la tierra se abrió súbitamente y la diosa, desapareció de la vista de sus compañeras, sin dejar rastro.
Lo que nadie podía sospechar, es que el dios del inframundo, Hades, había decidió secuestrar a Perséfone, para obligarla a casarse con él.
Cuando Deméter, conoció la noticia de la desaparición de su muy querida hija, lloró desesperada y comenzó a buscarla, por todos los confines de la tierra, desatendiendo totalmente sus labores. Por suerte, Helios, se compadeció de ella y le contó que es lo que había pasado realmente con su hija.
Tras ver como toda la vegetación se estaba marchitando, Zeus, tuvo que convencer a Hades, para que dejara volver al lado de su madre a Perséfone. Sin embargo, el malvado dios, para evitar perder a su esposa para siempre, la hizo comer frutos del inframundo (algo que la obligaría a permanecer allí permanentemente). A pesar de ese suceso y para evitar el fin de la naturaleza del mundo, Deméter, consiguió que su hija, pudiera estar 6 meses junto a ella (que coinciden con la mayor explosión del año).